El padrí Pep
Pep. Así te llamaba todo el mundo. Así le diremos a Nuria que se llamaba su abuelo. Es curioso, porque mi abuelo también se llamaba simplemente Pepe. Se supone que la manera con la que te llama la gente da idea del respeto que se te tiene, y que el "don", el "señor" y los tratamientos rimbombantes indican el nivel de importancia del que los lleva. Pero cuando una persona se presenta: "hola soy Pep", da una idea de la imagen que tiene de sí mismo. Y evidentemente, de que no necesita adornos en su nombre. Hay personas que dejan una profunda huella en su paso por este mundo, tanto por sus obras, como por su influencia en los que les rodean. Y para eso, a veces, basta con... llamarse Pep. Querido suegro, tú yo sabemos que te voy a echar mucho de menos. Tú y yo sabemos porqué. Adios, padrí Pep, y gracias por todo.