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Mostrando entradas de febrero, 2011

Sobre la utilidad de algunos trabajos

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Hoy voy a tirar de archivo... En una conversación que estaba manteniendo en un foro de jardinería al que soy asidua, salió un tema, y me acordé de esta entrada de 2009. La puse en esta mísma época, y me encontraba más o menos en las mismas condiciones que ahora. Como cada año. Espero que les guste. Estos días he tenido mucho trabajo. Y no sólo mucho, sino distinto… Durante un par de meses al año mi trabajo se convierte en una aburrida sucesión de declaraciones de gente que me cuenta cuantos animales tiene, cuantos piensa tener, donde los tienen, qué hacen con ellos… Se llama “Declaración Anual de Censos”, y sirve básicamente a efectos estadísticos, y para saber cuanto dinero hay que prever en vacunas, identificación, etc.… Es un poco aburrido, no se asusten que no se lo voy a contar. El caso es que durante estos dos meses viene mucha gente que no tiene contacto habitual con la administración, la mayoría de ellos viejecitos que tienen diez o quince ovejas, cuatro o cinc

De las rimas crepusculares

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Ando medio resfriada... y falta de ideas. Así que hoy les voy a dejar una poesía que no es mía. Se titula: "De las rimas crepusculares" Dicen que hay penas que matan y alegrías que asesinan ¿Que hay alegrías? No sé... Yo nunca tuve alegrías. ¿Que las penas matan? No; sólo en las penas hay vida, ¡que el que sin penas viviera, por ellas se moriría! ¿Que las penas matan? No; es una bella mentira; ¡pues si mataran las penas! ¿qué hubieran hecho las mías? ¿Qué les pareció? Lo escribió un jóven médico, allá por comienzos del siglo XX. Ese jóven médico era mi abuelo.... Ya les pondré alguna otra, en otra ocasión. Más alegre...

Anoche soñé...

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Anoche soñé que amabas a otra que no era yo la que te confortaba al final de la jornada soñé que en otros brazos aliviabas tu cansancio y que eran otros labios los que te hablaban de amor. Anoche soñé que yo no existía, que tus sueños volaban por otros rumbos, en otras direcciones, que tus despertares veían otros ojos que no eran los míos, que tus ilusiones se dibujaban en otro mar. Y aun así te quise, mis lágrimas te desearon felicidad y el nudo de mi garganta ahogó un suspiro que pugnaba por inundar nuestra habitación.