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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Mi señorita

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Estaba yo hoy revisando mis escritos inconclusos, que alguno tengo. Y me encontré con este. No es que esté sin terminar, de hecho hace ya mucho tiempo que lo escribí (nueve años, hay que ver como pasa el tiempo...), pero siempre me pareció que no era para publicarlo... Fue de esas cosas que escribes de un tirón, casi como un impulso de soltar algo que se te ha quedado dentro y te duele. Y luego cuando lo lees, te duele aún más y lo guardas a buen recaudo sin revisar ni corregir ni nada. Está tal cual lo escribí, y como quizá ya se han dado cuenta... no me gusta modificar las cosas que hago, así que tal cual lo copio. Hoy quiero contar algo que me pasó ayer. Salí por la mañana a la farmacia, a comprar algunas cosa que necesitaba. Estaba yo en el mostrador, charlando con los mancebos. Son conocidos de toda la vida, de estas personas que han conocido a tus padres, y a tus abuelos, y que te tratan siempre con cariño, por lo que siempre me quedo un poquitín comentando esas to

Lo prometido es deuda

Esto lo escribí hace exactamente un año: "Algún día de estos les contaré que mi nena, que por cierto mañana cumple un añito, está en este mundo porque mi mamá tenía Alzheimer…" Y me parece que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para cumplir mi promesa. Ya saben, el comentario iba a cuento de que en este mundo las cosas que nos pasan suelen tener mucho que ver unas con otras, y la mayoría de las veces sucesos muy diferentes acaban estando relacionados entre sí. Nuria cumplió ayer dos añitos. Esta entrada se tenía que haber publicado ayer, pero estuvimos bastante ocupados en casa y no pude ni acercarme al ordenador... Y ahora viene la relación entre mi madre y mi hija. Aquí su segura servidora, hace unos 20 años tenía su vida bastante encarrilada. Había acabado mi carrera, estaba montando un negocio, me había comprado un pisito y tenía  eso que se dice ahora "pareja formal" y que antes era un novio para casarse... Pero, claro, el hombre propone,

¡El jamón no se toca!

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Esto del proceso del lenguaje es algo realmente asombroso. Un día tienes a un bebé que señala las cosas con el dedito y se enfada cuando no le das lo que te está pidiendo... Y al día siguiente te encuentras en casa con toda una oradora. Y sin que , aparentemente, haya habido ningún paso intermedio. Aquí mi princesita, es una verdadera cotorra. Se pasa el día dando discursos tremendamente largos y complicados, aunque con la pequeña dificultad de que sólo se entiende ella misma. Aunque no parece preocuparle mucho. Ella sigue y sigue con su perorata sin inmutarse por nada. Luego llega la hora de comer y no hay manera de sacarla del "si", "no", "agua", "pan"... No, y no es que tenga un vocabulario pobre. En realidad cuando quiere es perfectamente capaz de hacerse entender: caca, pipí, coche o bonanit (buenas noches) también forman parte de su vocabulario más normal. Claro que con 24 meses, tampoco es que haya que pedirle a la nena que recite a

Los milagros existen

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Pues sí, ya sé que parece una tontería decirlo en estos tiempos que corren pero tengo la prueba gráfica de que los milagros existen. La historia es un poco rocambolesca, así que se sientan, se ponen un café (o un té, o una cerveza, que no me voy a enfadar por eso) y se disponen a leerla tranquilamente ¿vale? El caso es que desde hace ya unos meses estamos sin gatos.  Brandy desapareció en septiembre del año pasado y nunca más lo vimos.  Perlita nos dejó este verano, después de veinte años de hacernos compañía. Ahora tenemos a nuestros perros, Truc y Beltza. Pero... Pero es que somos gatunos, qué se le va a hacer. Somos de ese tipo de familia que cuando no tiene gato parece que falta un miembro de la familia. Y eso sin contar con una horrorosa plaga de ratones que se nos ha instalado en el jardín y que ha acabado con todos mis pájaros. Así qué, después de algunas semanas de indecisión, esta semana tomamos la determinación de hacernos con un gatito (o gatita). Como somos solida