Los dos soles (4)

-¿Dónde?, ¿dónde está la anciana?
Selina, que hasta ese momento había estado silenciosamente oyendo el relato del extranjero, se levantó y señaló hacia la ventana.
-¿Ves ese enorme árbol que cobija nuestro pueblo? Pues en su interior vive la Anciana. Nadie sabe que edad tiene, ni ella misma lo recuerda. Todos la llamamos la Anciana, y es la más antigua integrante del consejo de ancianos de nuestro país.
-Llévame hasta ella, imploró Olayo. Ella tiene las respuestas que necesito.
-Eso no puede ser, extranjero, respondió el hermano mayor. En esta estación se reúnen todos los consejos de ancianos de nuestro mundo. Acuden de los valles y de las montañas, de las heladas tierras del norte, y de los ardientes desiertos del otro lado del mar. Viajan durante semanas, para poner en común la sabiduría que acumulan durante diez años. El lugar de reunión es secreto, sólo ellos lo conocen, y se transmite de generación en generación.
Aún pasarán muchos días y noches hasta que regrese. Por tanto, tendrás que esperarla aquí. Yo necesito ayuda en mi trabajo, si quieres puedes quedarte entre nosotros.
Una luz apareció en el fondo de las pupilas de Selina. El extranjero la había impresionado profundamente, y la expectativa de tenerle en su hogar durante varios meses le parecía emocionante. Esperó con ansiedad su respuesta.
-No puede ser, después de todo lo que he viajado, no puede ser que tenga que quedarme aquí sin hacer nada.
La voz de Olayo se volvió a quebrar un momento, pero inmediatamente recobró su aplomo.
-Pero, si no hay otra opción, aceptaré gustoso tu ofrecimiento, y ayudaré en lo posible a tu pequeña familia.
Olayo se instaló provisionalmente en la estancia central, y rápidamente puso manos a la obra de levantar una habitación para él y para su caballo, ayudado por Yannu, que era un leñador y carpintero excelente.
Aquella noche, sin embargo, decidió dormir al raso, bajo la luz de las estrellas. Dio comida y bebida a Alí, y le dejó libre para que estirara un poco las patas. No había visto caballos en el pueblo, aunque sí unos animales parecidos a vacas sin cuernos, que eran usados como carga, y fuente de leche. Por lo visto, en aquel mundo se comía poca carne, y solamente en ocasiones muy especiales. Lo comprendió cuando le explicaron que no tenían grandes animales de abasto, y que solamente cazaban pequeños animalillos, para complementar una dieta basada en frutas, verduras, y una especie de pan hecho con harina de tubérculos.
Se sentó delante de la casa y sacó el diario de a bordo, que había llevado consigo, y que le había servido de confidente en el ya largo año que llevaba en el nuevo mundo. Encendió una lumbre, y se dispuso a plasmar allí sus pensamientos, cuando oyó un crujido.
En el círculo de luz, vio aparecer a Selina, que se acercó tímidamente.
-¿Qué son esos dibujos que haces, extranjero? Y ¿qué extraño objeto es ese que tienes en tus rodillas?
-¿No sabes lo que son los libros?
-Libro… extraña palabra, no la conocía. ¿Para que sirve?
-Pues sirve para guardar las experiencias, los pensamientos, los conocimientos. En este libro anoto todo lo que me ha sucedido desde que salí de mi país. Yo era el encargado de llevar el diario de a bordo, pues era el único que sabía leer y escribir en el barco. Cuando llegué a esta tierra, decidí seguir llevando la cuenta exacta de todos los acontecimientos, para que nada se me pudiera olvidar. Lo que tu llamas dibujos, son letras, que juntas forman las palabras con las que hablamos.
Selina, si no tenéis libros, ¿Cómo aprendéis?
-Pues los ancianos se ocupan de eso. Ellos tienen la sabiduría, y nos la transmiten mientras somos pequeños. Ellos deciden que es lo que debe saber cada uno, y cuando sabe bastante. Yo aprendí a cuidar de la casa, a cocinar y a arreglar ropas. También me enseñaron a cultivar los alimentos, y el uso de las hierbas medicinales. Mi educación ya está completa, según la Anciana, ya soy adulta (esto último, lo dijo con un inconfundible toque de orgullo en su voz).
Yannu es carpintero, aprendió todo lo necesario sobre los diferentes tipos de madera y sus tratamientos. Es el mejor carpintero del pueblo, y todos aprecian su trabajo. Cuando tiene tiempo, hace pequeñas tallas en madera, que cambia por frutas o carne, o algún regalo para mí.
En eso, se abrió la puerta de la casa, y la chica desapareció igual que había llegado, con un leve crujido.
Al día siguiente, Olayo se cambió sus ropas de viaje por otras que le prestaron, y salió al bosque a por madera, con su nuevo amigo.
El tiempo fue pasando, y los días se convirtieron en semanas. Poco a poco, fue conociendo al resto del pueblo, y aprendiendo cosas de sus costumbres. En aquel pueblo no existía el dinero. Todos hacían su trabajo, y lo intercambiaban por las cosas que necesitaban para vivir. Según le contaron, todo el país estaba formado por pequeños pueblos como aquel, cada uno con un Anciano, que a la vez ostentaba el poder y se encargaba de transmitir los conocimientos. En su vocabulario, palabras como guerra o lucha, no existían, nadie había oído nunca hablar de un enfrentamiento entre pueblos, y las pequeñas disputas se solucionaban con la intervención del Anciano.
No entendieron cuando les explicó que su pueblo había sido expulsado de sus casas, y que él había tenido que emigrar, para salvar su vida. Y los aparatos de navegación que llevaba consigo, les parecían mágicos.
Al ocaso, Selina le acompañaba, y escuchaba embelesada las historias de sus viajes. La pequeña, había dejado de ser tan pequeña, y se había convertido en una hermosa jovencita.
Yannu también le escuchaba, pero con una expresión entre inquisitiva y incrédula. Aquel carpintero parecía tener más inquietudes que sus paisanos, incluso pidió aprender su lengua, para poder entender las anotaciones de aquel libro. La idea de una sabiduría plasmada para siempre, le pareció tan útil, que no la quiso desaprovechar.
Un día, al cabo de muchas semanas, de repente, un alboroto despertó a Olayo, antes del alba.
¡La Anciana, ha vuelto la anciana…!
Por fin.
Ya llevaba un año en aquel poblado, y les había tomado cariño, a su forma de vida tranquila y sin sobresaltos, y especialmente a Selina…
Pero no podía olvidar lo que le había llevado hasta allí, y rápidamente se vistió y salió por la puerta. Allí le estaban ya esperando los hermanos, y los tres se dirigieron a la base del enorme árbol, que servía de protección para el poblado.
Cuando llegaron, una mujer de edad indefinible les esperaba en la entrada, rodeada de la mayor parte de los habitantes de la región. Como es costumbre, debería darles a conocer las nuevas de la reunión, enseñarles los nuevos objetos que traía de lejanos países, y compartir con ellos los adelantos que había experimentado el mundo en aquellos diez años.
Pero, en vez de eso, tranquilamente se dirigió a Olayo.
-Pasa, te esperaba, le dijo. Llevo toda mi vida esperándote.

Comentarios

  1. PERLITA, ANTESD E MENTIR, DIG0TE LA VERDAD...AND0 ESCAS0 DE TIEMP0...AND0 C0N ...MIRA S0Y DE L0S NERVI00S, DE L0S AQUI ESTA Y LUEG0 N0...MIRA ME GUSTA HCER CUATR0 C0SAS AL AVEZ¡¡¡...C0N ESTA MEDIANA DESCRIPCI0N TEDIG0 QUE APUNT0 EN MI CUADERN0 DE LA DERECHA LEER A PERLITAEL VIERNES 0 EL SABAD0...QUIER0 LEER LE CUET0 ENTER0...MIENTRAS TANT0 SALUD0S...GRACIAS.

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  2. ME HAS DEJADO A DOS VELAS..EN LO MAS INTERESANTE ¡¡ZAS!!!TE MATO..Y MAÑANA ME MARCHO DE PUENTE CON LO CUAL, ,ESPERARE HASTA MI VUELTA PARA TERMINAR DE LEERLO.
    BESOSO.MJ

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  3. Hola hermanita. He estado unos días sin poder entrar a Internet... pero mira... no hay mal que por bien no venga. Así he leído dos capítulos de golpe y el suspense no ha sido tanto... jijiji...
    Espero ansiosa el próximo capítulo.
    Besitos.

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