Los dos soles (5)



Olayo esperaba cualquier saludo, menos aquel, y se quedó completamente mudo.
-Anciana, ¿qué quieres decir?, no entiendo. Llevo dos años buscándote, pero no llego a imaginar que es lo que buscas tú de mí, y cómo sabías que iba a venir.
-Pasa, pasad vosotros también, Selina y Yannu, tengo muchas cosas que explicar.
La siguieron al interior del árbol, hasta una cámara excavada en su mismo corazón. Allí abrió un enorme cofre de madera, y de su interior sacó un recipiente metálico.
-Este, es el llamado “Cofre de la memoria”. Lo trajeron con ellos los primeros pobladores y lleva en nuestro pueblo muchas generaciones. Mi estirpe fue la encargada de guardarlo, por una razón que no conozco, pero seguro que tú me podrás aclarar.
-¿YO?
El pobre Olayo cada vez entendía menos, y miró con incredulidad aquel cofre, construido en un material liso y brillante parecido al de las espadas, aunque más duro.
-Calla y escucha.
-Entre los Ancianos hay una leyenda, ha ido pasando de anciano a anciano, y nunca la hemos contado al pueblo. Un día llegará un viajero de tierras lejanas. El será el encargado de darnos el conocimiento que necesitamos para poder prosperar. El interpretará la sabiduría del Cofre de la memoria, y luego partirá, al igual que apareció.
-¿Y como sabes que ése soy yo?
-¿Y como sabías que llegaría hasta aquí?
-No lo sé. Dímelo tú. Toma el cofre y ábrelo. Desde hace cientos de años, nadie lo ha podido abrir. En algún momento de nuestra historia, se perdió el conocimiento de cómo hacerlo, alguien decidió que no debíamos verlo hasta que Tú llegaras.
Olayo cogió el cofre con las dos manos y lo observó. Al principio no se había dado cuenta, pero tenía algunos grabados en un lateral. Estaban semiborrados por el paso del tiempo, y las numerosas manos que habían pasado por su superficie, y pidió salir a la luz, para poderlo ver bien.
Salieron fuera, donde aún esperaba el resto del pueblo. La Anciana en primer lugar, seguida por el extranjero y los dos hermanos.
A la luz, se confirmaron sus sospechas, Aquellos grabados no eran otra cosa que palabras. Y, para su asombro, decía exactamente: “para abrir, presionar en los laterales”, en un extraño pero comprensible castellano.
No perdió el tiempo. Identificó en los lados del cofre dos pequeñas oquedades, las presionó a la vez, y como por arte de magia, se abrió la tapa de aquel cofre. Todos dieron un paso atrás, murmurando, magia…magia. Olayo no les prestó atención, estaba anonadado. En aquel lugar, no se sabe donde o cuando, donde no conocían los libros, ni siquiera la escritura, había encontrado algo escrito en castellano.
Nerviosamente, miró en el interior. Había un objeto rectangular, hecho de un extraño y ligero material, completamente negro, salvo por dos cristales que cubrían la mitad de su parte superior. Y algo, envuelto cuidadosamente en un material transparente, pero asombrosamente fuerte.
Al desenvolverlo, casi se le cae de las manos, y un ahogado grito salió de la garganta de Selina, que salió corriendo en dirección a su casa
Aquel objeto… era su diario.
Estaba estropeado, con las hojas amarillentas, casi marrones, y las tapas carcomidas. Pero no cabía duda de que era su diario.
Miró a la Anciana, casi sin aliento, pero lo único que recibió fue una serie de interrogaciones. ¿Qué es ese objeto?, ¿para que sirve? ¿es la respuesta a tus preguntas?
Olayo explicó lo que era, y Selina apareció, con el diario original, que había ido a buscar a toda velocidad. Eran idénticos, salvo por el pequeño detalle que por uno parecían haber pasado cientos de años.
Las miradas se dirigieron hacia el otro objeto, que seguía dentro del cofre.
Olayo sacó aquella especie de cajita negra, de solo dos cuartas de largo por una de ancho.
Bajo el cristal de la tapa, había algo escrito. Esta vez no le sorprendió encontrar un idioma conocido. Ponía simplemente “para encender, póngase a la luz del sol”.
-Estupendo, aquí tenemos dos soles, así que hagan sitio, que le de la luz.
Cuando los soles iluminaron la extraña caja, la tapa se abrió suavemente, dejando a la vista una superficie lisa y plana en uno de los lados, y otra con letras en relieve, en el otro.
Entonces, un sonido salió de la cajita, y algunos salieron aterrorizados. El resto, los más, estaban como hipnotizados por aquellos extraños sucesos, y Olayo entre ellos. La zona lisa se iluminó y empezaron a aparecer imágenes, como pinturas en movimiento. Se veía gente entrando en una enorme nave, cilíndrica con alas, como un gigantesco pájaro de metal. A la vez, una voz salía de algún sitio, e iba narrando, en un extraño castellano, aunque comprensible para Olayo.
continuará.....

Comentarios

  1. Estas historias de fantasías y simbolismos son muy atrapantes.
    Veremos cómosigue.


    Saludos!

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  2. Jo, pues de ésta parte ya sí que no me acuerdo... así que no me queda más remedio que esperar impaciente (como otr@s much@s) la continuación.
    Besitos, hermanita.

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  3. Bueno, creo que cuando lo escribí tenía la imaginación en mejor forma que ahora...

    Esto me está sirviendo para ponr mi cabecita en orden, pronto volveré con mis tonterías...

    Besotes.

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