Mi señorita

Estaba yo hoy revisando mis escritos inconclusos, que alguno tengo.
Y me encontré con este. No es que esté sin terminar, de hecho hace ya mucho tiempo que lo escribí (nueve años, hay que ver como pasa el tiempo...), pero siempre me pareció que no era para publicarlo...
Fue de esas cosas que escribes de un tirón, casi como un impulso de soltar algo que se te ha quedado dentro y te duele. Y luego cuando lo lees, te duele aún más y lo guardas a buen recaudo sin revisar ni corregir ni nada.


Está tal cual lo escribí, y como quizá ya se han dado cuenta... no me gusta modificar las cosas que hago, así que tal cual lo copio.





Hoy quiero contar algo que me pasó ayer.
Salí por la mañana a la farmacia, a comprar algunas cosa que necesitaba.
Estaba yo en el mostrador, charlando con los mancebos. Son conocidos de toda la vida, de estas personas que han conocido a tus padres, y a tus abuelos, y que te tratan siempre con cariño, por lo que siempre me quedo un poquitín comentando esas tonterías que nos hacen mantener el contacto con los antiguos conocidos.
Entonces entró una anciana, con un montón de recetas, y algo garabateado en un papel.
Llevaba el pelo largo, teñido de un pelirrojo escandaloso y recogido en un moño bajo. Iba encogida, con le espalda encorvada, pero vestida de colores vivos, con una de esas blusas de hombros descubiertos que se usan ahora, y una faldita que le dejaba ver las rodillas. La verdad es que se veia bastante estrafalaria.
Supongo que la estaba mirando de una forma bastante descarada, porque elevó la vista lo que su encorvada espalda le permitía, y me miró a los ojos.
¿Yo te conozco?- me dijo.-
El corazón me dió un vuelco.
-Claro, señorita. ¿Porque es usted, verdad?
-Déjame que piense. Claro que te recuerdo. Te siguen gustando los animales???
Ah, ya veo, llevas un bonito perro. ¿conseguiste estudiar veterinaria? me alegro, siempre fuiste muy cabezota. Mira que tu madre decía que se te iba a pasar.
-Pero señorita, si hace más de veinte años de eso, ¿ como se puede acordar?
Me dió clase, a ver que recuerde... ¿en octavo, no?

Todavía la recuerdo, alta, pelirroja, siempre dando la nota. Por aquella época llamaba la atención por donde pasaba. Era a finales de los setenta, y fue un shock en nuestras vidas aquella profesora de inglés que enseñaba las piernas en clase, que llevaba unos escotes escandalosos y no seguía ninguna de las normas.
Me preguntó por mi vida, por mis padres, y yo seguía alucinando con que me recordara tan bien.
Luego me pidió un favor.
-¿Te importa acercarte conmigo al cajero? tengo que sacar dinero, y no sé como se hace.
La chica que viene a casa me ha prestado algo, pero ya no le puedo pedir más, de hecho tengo que pagarle, y no he encontrado a nadie que me ayude con el cajero. Hoy es sábado y no abren los bancos. En este papel tengo apuntado como se hace, pero ya sabes que soy hipermétrope (siempre le gustó usar palabras esdrújulas) y no lo leo bien. Tendría que ir al oculista, ya lo sé pero es que las gafas no me sientan nada bien.
Aunque tenía prisa por volver a casa, la acompañé al cajero, a ver si podíamos sacar dinero.
Después de intentarlo en varios, y dar vueltas durante una hora por el barrio, al paso cansino de aquella anciana, comprendí que en su cuenta no había nada, y que no iba a poder sacar aquel dinero que le debía a la chica que le limpiaba.
- Señorita, los cajeros no van muy bien hoy, ¿ porqué no se espera al lunes y va a su banco?, a ver si le pueden atender, si quiere yo le dejo algo hasta el lunes.
- No te preocupes, mi niña, si yo no gasto nada, ya iré el lunes a hablar con ese chico tan amable que me apuntó estos numeritos, seguro que se equivocó al apuntar, y por eso no me dan el dinero.
- Pero señorita, si no es molestia, vamos a mi cajero y le dejo los 120 euros que iba a sacar, otro día me los devuelve.
- No, acabo de recordar que tenía algo muy importante que hacer, gracias por tu compañía, y dale recuerdos a tu madre de mi parte. Como vamos a la misma farmacia ya nos volveremos a ver. Un beso.
Y se fue renqueando calle arriba, con su moño pelirrojo y su  blusita mejicana.
Y yo me quedé en la esquina, con mi perro, sin saber que hacer.

Aquella mujer imponente y con un carácter que hacía temblar los muros del colegio es ahora una ancianita estrafalaria que no tiene a nadie y le tiene que pedir dinero prestado a la chica que la atiende.
No sé si es justo o no, quizá ella misma eligió su estilo de vida, pero aún tengo esa imagen en la cabeza.

14/09/2002


PD: la foto la he encontrado en Internet... además de todo esa era una buena escritora que se pagaba la edición de sus propios libros...
PD2: al final sí que lo he cambiado... he quitado su nombre de pila. Tonterías que tiene una, ya pensé la primera vez que quizá no le gustaría verse como yo la vi...

Comentarios

  1. Qué guapísima era...!!
    Ay Perli..........qué nos tendrá el destino preparado...?
    Pero qué digo...si yo no creo en el destino!Creo de verdad que nuestro futuro nos lo vamos construyendo minuto a minuto cada día que pasa, y que al final, en la mayoría de los casos (espero) recogeremos lo que estamos sembrando.

    Sabes...?
    Esta forma de verlo, me consuela....el destino que ya está escrito me asusta por lo inamovible.
    Pobre Atlántida...

    No retoques este relato,está perfecto!!

    Un beso

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  2. Conmovedora historia de quien seguro fue una vibrante mujer. Además de dedicada maestra, por lo que cuentas.
    Muy tierno homenaje, seguramente se hubiese puesto orgullosa.

    Un abrazo.
    P.d
    espero tu foto para la tarjeta!

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  3. Era una mujer muy especial, y muy guapa...
    Gracias a ella ahora hablo unos cuantos idiomas...
    Jo, Neo, pensaba que ya la había mandado, enseguida me paso...

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  4. Pues yo creo que le gustaría leerlo, hablas de ella con mucho cariño... me ha gustado tu relato....

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  5. Me parece un relato conmovedor y tierno, pero no creo que tu señorita, que no se ponía gafas porque no le sentaban bien, le gustara verse como tu la viste.
    El destino, el destino.....¿quien sabe....? ¿quien no conoce casos de todo? quien se ha labrado a pulso su bien o su mal y quien la vida se le ha girado y lo ha tratado de forma injusta, o lo ha premiado también injustamente.....¡¡vete a saber....!!!
    De cualquier forma, siempre me da mucha pena ver como se estropean los cuerpos....
    Besos y enhorabuena por seguir con tu afición

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  6. El destino...ese gran desconocido a saber! Me a gustado perlita tu relato y los demás también que hacia tiempo que no pasaba por aquí...

    besos!

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  7. !Que mujer tan fenomenal¡ En épocas de mezquineo y quedirantismo convirtió su belleza en bandera de libertad.
    Seguro que su valentía ayudó a preparar esta generación de mujeres que tanto admiro. ¡Que Magnificas Cuarentonas conozco!!!! Yo no tuve profesoras pelirrojas-peligrosas por modelos de vida. Pero ahora tengo la enorme suerte de tener "colegas" que me han hecho olvidar para siempre mi desarraigo. Un beso enorme. Carme

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