El misterio del pollo

 Hoy les voy a contar una anécdota de hace unos cuantos años, que rescaté para un curso de escritura creativa que hice el año pasado.

Espero que les guste.

No se lo van a creer.

En serio, es de estas cosas que sólo me pasan a mí.

Pues resulta que estaba yo el otro día por la mañana con mi preocupación diaria.

Saben cual es?

La comida.

Odio tener que pensar en lo que hago de comer. Ojalá fuera rica y alguien me hiciera la comida cada día.

Ay que me estoy dispersando… Vuelvo al relato

El caso es que estaba yo pensando en la comida, y se me ocurrió hacer pollo asado. Fácil y económico. Coges el pollo, le echas cuatro hierbas, lo metes en el horno y Voilà… Comida hecha.

Ay, pero no tenía ningún pollo a mano. Y tampoco tenía ganas de ir a comprar uno, aunque es sí que lo tengo a mano.

Lo que sí que tenía a mano eran cuatro cuartos de pollo dentro del congelador. Pero claro, congelados…

Que sí, que ya sé que para estos casos está el microondas. Pero créanme, no es buena idea descongelar pollo en el microondas. Ni sanitariamente ni culinariamente. Sale un ñarro.

Así que se me ocurrió la maravillosa y estupenda idea de sacar el pollo al corral. 

Ah, que no les he contado? Tengo un corral. Sin gallinas.. pero corral. Con plantitas y eso. Y un limonero.

Y aquí el limonero es estupendo para descongelar cosas. Las cuelgas de las ramas y les da el sol y el aire. Más natural imposible.

Así que cogí los cuatro cuartos congelados de pollo, los metí en una bolsita y los colgué del limonero.

Ahora se estarán preguntando que porqué cuelgo las cosas del limonero en vez de ponerlas directamente sobre algo y ya.

Pues porque tengo una perrita ratera y cuatro gatos enormes… Y si pongo lo que sea comestible a su alcance, ya me puedo ir despidiendo. Así que lo cuelgo de una rama alta de unos dos metros y allí no me lo toca nadie.

Como era un día primaveral, yo calculé que en una horita estarían listos para adobar y meter al horno. Y me dediqué a hacer otras cosas. Que como no vienen al caso, no se las voy a contar.

Bla, bla, bla, pasó el tiempo y me fui a por mi pollo.

Pues no, no había pollo.. Ni pollo ni bolsa ni nada de nada. Desaparecido en combate.

Después del primer momento de incredulidad, y de comprobar que la perra dormía plácidamente en su camita y no se veían gatos en la costa, me fui al siguiente ser vivo que podía tener algo que ver con el tema. Mi hija.

Que la pobre no entendía nada de toda mi perorata sobre la desaparición del pollo colgado del limonero.. El simple hecho de colgar pollo congelado del limonero ya superaba su capacidad de entendimiento.

Hay que decir que la pobre niña tenía tres añitos y lo de la descongelación aún estaba fuera de sus costumbres.

Así que allí me tienen, la hora de hacer la comida y yo buscando el pollo por todas partes.

Por casa vuelan algunos halcones, que les juro que hasta pensé que podía haber sido uno de ellos. Pero es que el pollo estaba congelado… Y digo yo que por lo menos habrían dejado la bolsa, no?

No les quiero aburrir, aquel día comimos huevos fritos.

Y por la tarde (sí, por la tarde… estuvimos casi todo el día como locos buscando el dichoso pollo).

Digo, por la tarde, estaba yo recogiendo en el porche y me veo a mi perra (cuatro quilos de perra, no levanta ni medio palmo del suelo) que se va a la tierra y se pone a excavar.

Yo, que voy a reñirle por estropearme las plantas… Y me veo que saca… La bolsa.

La bolsa del pollo que la tenía enterrada. Y un cuarto de pollo.

Ni les cuento el estado del cuarto de pollo.. Que no vuelven a comer pollo en su vida.

Pero sólo un cuarto. De los otros tres ni indicios. Ni los huesos, vaya.

Y digo yo.

Primero: Cómo narices un perro que mide un palmo de alto pudo saltar dos metros para coger una bolsa colgada?

Y como se pudo comer tres cuartos de pollo congelados que pesan casi como ella?

Les juro que todavía no lo comprendo…

A menos claro está, que la hubieran ayudado los gatos. Y si tengo un complot en mi casa y yo sin enterarme???

Ahora sí.

No he vuelto a descongelar nada colgado del limonero. Ni loca…

hoy toca perro...

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